Una nueva fundición para Chile. Posible y necesaria
La industria del cobre es un aporte clave para la transformación energética global y su desarrollo representa una gran oportunidad para Chile. En la década de los 90, nuestro país aumentó cuatro veces la producción de cobre, principalmente en concentrados, y hoy enfrenta el desafío de, por un lado, agregar valor a cada tonelada de cobre producida, y por otro, de tratar de aumentar la producción, desafío que no se ve fácil.
En los últimos 30 años no se ha construido ninguna fundición en Chile, justificado principalmente por el menor costo de las fundiciones chinas, que si bien pudo ser cierto en el pasado, hoy estamos frente a una nueva realidad. Las transformaciones internacionales, la nueva geopolítica y la crisis ambiental abren espacios para negocios que están asociados a nuevos circuitos productivos, posibilitando una minería más intensiva en conocimientos y en desarrollos tecnológicos en toda la cadena productiva.
Más allá del discurso sobre innovación y desarrollo tecnológico, la realidad es que cada vez entendemos menos la complejidad de la producción minera y metalúrgica. ¿Cómo enfrentamos los desafíos ambientales de las fundiciones si las dejamos morir, perdiendo capacidad instalada, conocimientos y personas técnicas calificadas?
Chile necesita con urgencia nuevas fundiciones que reemplacen a las que han cerrado y a las que debieran cerrar. Pero para ello, estas tienen que contar con las mejores tecnologías y, a su vez, tener el mínimo impacto socioambiental y ser viables en un mercado competitivo.
El financiamiento perfectamente puede ser público-privado, con una operación independiente, y con la participación de las empresas mineras, públicas y privadas para asegurar el abastecimiento a largo plazo. CESCO en 2020 mostró, con un análisis técnico, que el negocio de las fundiciones es factible y conveniente para el país.
Para avanzar se requiere de una fuerte voluntad y un “empujón” del Estado. Apelar solo al mercado es insuficiente. El camino es complejo, pero no hay alternativa. La pretensión de repetir el boom de los 90 no es viable. Ahora más que nunca es clave un actuar conjunto entre el Estado y el sector privado, donde se pueda concretar un proyecto emblemático para Chile y el mundo.
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