
Una semana decisiva para el cobre: precios, recortes y lecciones desde Londres
Columna por Jorge Cantallopts, Director ejecutivo de CESCO.
Entre el 13 y el 15 de octubre, Londres volvió a reunir a los principales actores de la minería mundial durante la LME Week 2025. El cobre fue, otra vez, el centro de la conversación. Su precio se mantuvo sobre los US$ 10.600 (4,81 US$/lb) por tonelada, tras haber alcanzado casi los US$ 10.900 (4,93 US$/lb) unos días antes. Más allá de los titulares, lo que se vivió fue un encuentro de fuerzas que define el presente del mercado: por un lado, los efectos de una oferta cada vez más restringida; y por otro, la preocupación por el impacto que las tarifas y la desaceleración económica puedan tener sobre la demanda global.
Los analistas coincidieron en que la oferta está mostrando señales de tensión, especialmente desde Chile e indonesia. En Chile, varios productores han reducido sus proyecciones para 2025 y 2026 por la baja en las leyes de mineral y retrasos en expansiones. Desde Indonesia, la reflexión de los ejecutivos de Freeport-McMoRan sobre el valor de la seguridad laboral, tras el accidente en la mina Grasberg, marcó uno de los momentos más humanos de la semana. Recordaron que la sostenibilidad de la minería no puede medirse solo en toneladas o márgenes, sino también en el cuidado de las personas y en la estabilidad de las operaciones.
En paralelo, los expertos debatieron sobre el otro gran factor que pesa sobre el mercado: las políticas comerciales. Las tarifas impuestas por Estados Unidos, que podrían llegar al 10% en promedio, suman presión sobre el comercio internacional y amenazan con enfriar la demanda en sectores clave. El temor a un efecto recesivo convive con la expectativa de un mercado físicamente más estrecho, creando una combinación inusual: escasez por disrupciones, pero demanda moderada por el riesgo económico.
En ese contexto, las proyecciones de precio fueron dispares. Desde las más conservadoras en torno a US$ 9.500 por tonelada (4,3 US$/lb) para 2026, a las más repetidas y consensuadas de US$ 10.000 y 11.000 (entre 4,5 a 5,0 US$/lb), pero también aquellas que son aún más optimistas que plantean que se podría alcanzar los US$ 12.000 (5,44 US$/lb) si los déficits de producción se consolidan y la transición energética mantiene su ritmo.
Entre los temas menos visibles en las presentaciones oficiales, pero recurrentes en los pasillos y conversaciones informales, estuvo la situación de la industria de fundiciones y refinerías. La escasez de concentrado comienza a tensionar el modelo de negocios de estas plantas, justo cuando la capacidad instalada sigue creciendo. Es una paradoja que preocupa: hay más capacidad de procesamiento, pero menos material para procesar. Este desequilibrio, según varios asistentes, podría convertirse en una fuente de inestabilidad para toda la cadena del cobre si no se corrige a tiempo.
El ambiente en Londres fue una mezcla de entusiasmo y cautela. Todos coincidieron en que el cobre seguirá siendo clave para la transición energética y otros usos tradicionales, pero nadie desconoce los riesgos que enfrenta su mercado: menos producción, mayores costos y una economía global que podría enfriar el consumo. Para Chile, el mensaje es claro: los precios altos ofrecen una oportunidad, pero el verdadero desafío es sostener la producción y hacerlo con seguridad, innovación y visión de largo plazo.
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