Tomás Sánchez, director de Estrategia de Accenture Chile: “A la minería le ha pasado lo mismo que a otras industrias: cuando no hay un incentivo y no hay una competencia que te obliga a innovar, no lo haces”

El experto en materia de innovación y columnista de Diario Financiero, Tomás Sánchez, analizó para Cesco el documento “Hacia una minería 4.0: Recomendaciones para impulsar una industria nacional inteligente”. Esta es su visión sobre el principal obstáculo de las empresas, la cultura organizacional, y los papeles que juegan los proveedores, la academia y el Estado.

Conservadora y reacia a los cambios. La industria minera cuenta con un diagnóstico transversal al momento de analizar qué tan innovadora es. Sin embargo, los esfuerzos por dar con fórmulas que permitan avanzar hacia una adopción tecnológica más acelerada, han crecido en los últimos años.

En base a esta premisa, es que el Centro de Estudios del Cobre y la Minería, Cesco, realizó un detallado análisis y mapeo del estado de avance de distintas soluciones ligadas a las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial, además de los distintos obstáculos que han dificultado esta adopción, y los roles de los distintos actores involucrados, los que han quedado plasmados en el documento “Hacia una minería 4.0: Recomendaciones para impulsar una industria nacional inteligente”.

Y para tener una nueva mirada sobre este análisis, es que Cesco contactó al Director de Estrategia de Accenture en Chile y columnista de Diario Financiero, Tomás Sánchez*. “El análisis, tanto a nivel de penetración como de maduración tecnológica y sus obstáculos, está bien hecho. Muchas veces se ven artículos más livianos y retóricos, por lo que es bueno tener algo más exhaustivo y categórico”, dice el experto.

La piedra de tope de las empresas

Para Sánchez, en la minería se da algo que en otros sectores económicos no existe. “Si uno ‘aprieta bien una tuerca’, se obtienen muchas ganancias, y creo que acá se ‘aprietan pocas tuercas’, a pesar de tener los incentivos monetarios para hacerlo”.

Esto tiene relación a la cultura organizacional, una de las principales barreras para adoptar nuevas tecnologías identificadas en el documento, y en la que Sánchez profundiza en su análisis. “Estamos frente a una cultura cerrada. Una cultura que se retroalimenta así misma, donde tienes poca relación con otros, lo que se da desde una cuestión física. La faena está lejos de las universidades, las universidades a su vez, están lejos de las mineras, por ejemplo”, dice Sánchez.

El ejecutivo agrega que, en el pasado, la industria no había estado forzada a innovar, al no tener problemas de márgenes, ni mayores problemas de competitividad. Con el envejecimiento de las minas, la caída de las leyes, y con concentrados cada vez más complejos, Chile arriesga perder su posición privilegiada como el mayor productor de cobre del mundo. A esto se suman nuevas exigencias tanto de la sociedad como del mercado, donde se espera una producción más sustentable y sostenible. Es por esto que la industria hoy se encuentra en un momento clave.

“Esto ha desafiado más la extracción, para que sea rentable. Pero históricamente a la minería le ha pasado lo mismo que a otras industrias: cuando no hay un incentivo y no hay una competencia que te obliga a innovar, no lo haces”, explica.

“El cambio cultural es, tal vez, uno de los desafíos más complejos que tienen las empresas mineras por delante”, explica Sánchez. “Tiene que ver mucho con el liderazgo, y abrirse a otras áreas, a la posibilidad de incorporar ejecutivos de otros sectores que pueden contar con muy buenas prácticas. Las mejores innovaciones de otras industrias, han sido porque se han cruzado experiencias de otros sectores. Algo que ha funcionado muy bien en el retail, se aplicó después en la construcción, y algo que se aplicaba muy bien en la construcción, se aplicó en el mundo tecnológico”.

Al respecto, Sánchez asegura que esta “polinización cruzada” es una experiencia enriquecedora que en minería no se ha masificado, al tratarse de un sector al que le cuesta aceptar capital humano proveniente de otros sectores.

“Hay que salir de las declaraciones de buenas intenciones. Como dicen, lo que no se mide, no se gestiona, por lo que se debe medir cómo es la cultura organizacional de cada empresa, y hay que ponerse metas serias para mejorar en esta área”.

Pero para salir de esas declaraciones de buenas intenciones y de la reticencia al interior de la empresa a incorporar nuevas tecnologías, Sánchez dice que son clave el conocimiento y la educación dentro de la organización. “Esto se resuelve con experiencia de usuario. Cuando el usuario, en este caso el trabajador, es incorporado desde el principio en la innovación, él entiende el problema genuino que se va a resolver, y entiende que se le va a resolver el problema a él”.

Sin embargo, el ejecutivo explica que normalmente la innovación se hace afuera de la operación, sin considerar a quienes utilizarán la innovación de forma directa. “Eso es justamente lo que genera rechazo, por lo que la innovación va a tener muchos problemas de adopción. Cuando la innovación se hace desde el usuario, éste tiene un fuerte sentido de pertenencia, y al ser parte del desarrollo y de que realmente sirve la innovación, la adopción será mucho más fácil”.

Los otros actores

El informe “Hacia una minería 4.0…”, entrega recomendaciones para los cuatro actores que forman parte del ecosistema minero: la empresa, los proveedores, la academia y el Estado. Si bien es la compañía la que debe asumir gran parte del desafío que significa dar un salto tecnológico de envergadura, lo cierto es que cada una de las partes tiene una responsabilidad en el éxito de la adopción.

En el caso de los proveedores, explica Sánchez, existe una barrera de entrada a una empresa minera. Y acá se dan dos realidades una vez que se logra entrar en la faena: existe un sector de proveedores que puede estar mucho tiempo sin mayor competencia en un ambiente muy estructurado, por lo que no tiene mayor motivación para seguir innovando; mientras que otro sector sabe que para seguir creciendo y ser competitivo, y no quedarse en un mercado acotado, debe mirar a otros países.

“Los proveedores son fundamentales”, dice el ejecutivo. “En una industria que cada día se especializa más, donde las empresas mineras buscan reducir ciertas tareas para enfocarse en temas específicos de su negocio, se están generando más espacios para que los proveedores puedan actuar en nuevas áreas de la cadena de valor”.

Sin embargo, el experto señala que “no se ha hecho un trabajo mancomunado como para preocuparse de que esos proveedores se desarrollen y que esos proveedores luego exporten. Muchas veces esos proveedores se quedan con un par de clientes, y con eso se quedan tranquilos. Son pocos los que efectivamente tienen una ambición más grande, o tienen un orden y profesionalismo para salir y exportar y ser un caso emblemático”.

En el caso de la academia, Sánchez explica que existe una deuda pendiente con todas las industrias, no solo con la minería. “La academia está estructurada de tal forma que los incentivos a los académicos están puestos en publicar papers, y tener una buena evaluación docente de sus alumnos. No tienen incentivos en ciencia aplicada o en trabajar con empresas”.

El ejecutivo explica que cuando los académicos entran en faena, existe una brecha cultural muy importante. “La academia funciona con un método científico, con hipótesis, con investigación, y con tiempos que no son los de la minería. Los tiempos de metodología de innovar son diferentes entre la academia y la minería”. En ese sentido, Sánchez explica que es un tema de cómo está diseñado el sistema dentro de la academia, que debe adaptarse a nuevos tiempos.

En el caso del Estado sucede algo diferente. Para Sánchez, éste no ha tenido una visión con respecto a cómo se potencian ciertos sectores. “El Estado ha sido más bien pro mercado, en vez de pro industria, y por lo tanto ha dejado que el mercado opere libremente. No ha tenido un rol coordinador o promotor de ciertas industrias y ciertos desarrollos”, dice Sánchez. Para el experto, debe haber algún tipo de intervención, en el sentido de corregir externalidades, y para que genere mayor bienestar a la población del país cuando hay oportunidades.

El ejecutivo agrega que el Estado no ha tomado medidas más drásticas -como regulaciones que faciliten esto-, para incentivar la innovación en la industria, y exportar minería, no solo minerales. “Claramente en un sector donde tenemos ventajas competitivas como en la minería, el Estado debiese tener un rol más activo a la hora de desarrollar la industria, y no simplemente quedarse en esta posición más ortodoxa de que el Estado dejará actuar, sin involucrarse”, finaliza.

* Tomás Sánchez es es ingeniero comercial de la Universidad Católica y ha dedicado su carrera a promover la innovación, el emprendimiento y el desarrollo empresarial. La creación del área de Innovación en Ultramar el año 2009 lo llevó a ser reconocido como uno de los “jóvenes exitosos” por el Diario Financiero en 2011, y contribuir a que su compañía ganara el segundo lugar dentro de las empresas más innovadoras de Chile en 2013. Desde entonces, emprendió durante un año en Shanghai, para luego fundar Alma Suite, la plataforma que potencia la colaboración y productividad en empresas, que fue reconocida como el “Emprendimiento más disruptivo” por la Asociación de Emprendedoresde Chile (ASECH), y como el “Emprendimiento del año” por los lectores de Diario Financiero en 2015. En paralelo, se desempeñó como profesor adjunto de la Universidad Católica y como miembro electo del directorio de la ASECH. Hoy es columnista en Diario Financiero, panelista en CNN, miembro del Círculo de Innovación de ICARE, parte del directorio de Fundación +1000 y Director de Estrategia en Accenture, aportando continuamente al debate público sobre el desarrollo de la empresa y la sociedad. Casado y practicante de deportes de montaña.

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