Más lecciones del COVID-19

Hemos hablado, escrito y escuchado bastante sobre el impacto del COVID-19 en nuestras vidas y todos sus planos. Nadie pudo permanecer indiferente a la pandemia que desde hace seis meses tiene al mundo, y en especial, a nuestro continente “patas para arriba”.

El mundo minero ha escuchado a sus líderes sobre cómo han reaccionado a la crisis que vieron venir, quizá antes que otros sectores económicos, pues se trata de una industria global, donde Chile es líder en varios aspectos.

Rápidamente el sector se puso en modo “manejo de crisis” e hizo gala de su enorme capacidad de análisis de riesgos, de planificación y excelencia en la ejecución que, junto al compromiso de sus trabajadores y proveedores, ha resultado en el único país productor de cobre en Latinoamérica, que no ha detenido su producción a causa de la pandemia.

Y es que en la cultura minera los desafíos gigantes son muy bienvenidos. Los mineros se sienten cómodos en contextos complejos que obligan a aplicar diversos conocimientos para que, en conjunto, se pueda ejecutar lo planeado y cambiar el estado de las cosas. Mejor si es contra el tiempo y bajo presión. En este sentido, esta cultura opera bajo un orden y cadena de mando que fluye a la perfección en las condiciones antes descritas.

Y así, en cosa de días, la industria desmovilizó a miles de trabajadores, aplicó medidas de salud especiales tanto en faena, transporte y otros lugares principalmente destinadas a la pesquisa de contagios con la aplicación de miles de test PCR. Asimismo, se ha organizado de manera diferente para la ejecución del trabajo en términos de intensidad y forma de trabajo como también ha aplicado medidas para la coordinación e información tanto para sus propios trabajadores como para los de empresas contratistas, proveedoras y comunidades. Por último, ha generado nuevos protocolos y estándares que han incluido al COVID en la línea base de riesgos de operaciones junto con alinear todas las anteriores con los requerimientos establecidos por las autoridades de salud y seguridad del país.

No obstante, hay aspectos a tener bajo la mira. El primero es la alta tasa de casos confirmados de Coronavirus en regiones mineras como Antofagasta y O’Higgins que ocupan el tercer y quinto lugar respectivamente, entre las regiones más pobladas del país. Y es que la logística en la cadena empresa-transporte-casa, especialmente en el caso de los trabajadores de empresas proveedoras y contratistas, que son la mayoría, puede que no esté exenta de debilidades sí pensamos que más de un tercio de los trabajadores tiene que viajar desde otra región según datos del Consejo Minero.

Por otra parte, el no paralizar la producción ha sido un gran logro, pero puede haber un efecto rebote, asumiendo que las condiciones de excepcionalidad, y de cierta asimetría con la tensión por el contagio e incertidumbre laboral, no son sostenibles en el tiempo. A esto se agrega la imposición de nuevas tecnologías que facilitan un menor número de personas en las faenas, logro que se ha difundido mucho, pero puede generar tensiones laborales adicionales en el mediano plazo en un contexto con números de cesantía al alza a nivel nacional.

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