David Lowell: el legado del explorador que apostó por Chile como potencial minero
El pasado 5 de mayo y a la edad de 92 años, el geólogo estadounidense J. David Lowell falleció en Tucson, Arizona. Considerado como el mejor explorador minero del mundo, Lowell logró el descubrimiento de 17 yacimientos a lo largo de su carrera, entre los que destacan Escondida en Antofagasta, o la mina de oro San Cristóbal cerca de Lomas Bayas y mina Pierina, en Perú, entre otras.
Es reconocido como el explorador minero más exitoso del mundo en los últimos 100 años. La pasión por la geología era una de las principales características del estadounidense J. David Lowell, quien descubrió 17 yacimientos a lo largo de su carrera, un récord que, hasta ahora, nadie ha igualado.
Durante su carrera, Lowell trabajó para diversas compañías mineras como BHP Billiton, Rio Tinto, y Codelco, por nombrar algunas. Como asesor de Codelco en materia de exploración, el geólogo desarrolló un importante lazo con la minería local, y creía fuertemente en el potencial minero de Chile.
En 1978, Lowell propuso la formación de un joint venture con la empresa Utah International y Sig Muessig de Getty Oil, con el fin de explorar el segmento septentrional del denominado “Cinturón de Pórfidos Cupríferos” en el norte de nuestro país. Este tipo de yacimiento se caracteriza por contener, principalmente como diseminación, enormes volúmenes de minerales de cobre, aunque de baja ley, asociados a subproductos mineros como molibdeno, oro, plata, zinc. La franja propuesta por Lowell para su exploración, correspondía a una fracción de este cinturón, situado entre las localidades de Calama e Inca de Oro.
Así fue como se constituyó la empresa Minera Utah de Chile, en 1979. Durante dos años, el equipo de J. David Lowell recorrió la cordillera en busca del yacimiento. “Basado en la disposición zonal concéntrica de la alteración y mineralización que caracteriza a los yacimientos de tipo cobre porfírico, el enfoque de exploración de J. David Lowell para localizar depósitos minerales ocultos, consistía básicamente en realizar reconocimientos geológicos y muestreos geoquímicos semi-detallados de un gran número de anomalías y prospectos de cobre, conocidos o detectados durante los reconocimientos”, explica el geólogo Francisco Ortiz, quien se desempeñó como geólogo jefe en el equipo de Lowell en el Proyecto de Exploración Atacama, quienes más tarde descubrirían La Escondida, el mayor yacimiento de cobre del mundo. “Cuando los resultados eran positivos, estos trabajos eran complementados con sondajes rotatorios de aire comprimido, de bajo costo y gran rapidez de operación, perforando prontamente los blancos más favorables”.
A mediados de marzo de 1981, el equipo de exploradores daría inicio a los sondajes que dieron con el yacimiento La Escondida que, en su momento, se calculó que tenía unas 300 millones de toneladas de mineral de cobre enriquecido de 1.3-1.5%.
Una vida dedicada a la exploración
A la edad de 7 años, J. David Lowell dio inicio a la pasión de su vida, buscando hierro en una mina que era administrada por su padre en Brasil.
Estudió ingeniería en minas y se doctoró como geólogo en la Universidad de Stanford, California. Su primer hallazgo correspondió a un segmento desplazado de la mina de cobre San Manuel Kalamazoo, en Arizona, de donde era oriundo. Su pasión y arduo trabajo marcó a varias generaciones de geólogos en todo el mundo.
Además de La Escondida, Lowell descubrió en Chile Leonor, vinculado con Tesoro -hecho que lo acercó a Andrónico Luksic- y San Cristóbal, un yacimiento de oro ubicado al sur de Lomas Bayas, que tuvo un desarrollo y una explotación, pero debido a sus bajas leyes, no continuó siendo explotado.
“Para mí, fue el primer geólogo que entendió que la actividad de exploración, formaba parte del negocio minero. Lo entendió como un negocio financiero”, explica el consultor y ex director de Cesco Nicolás Fuster, quien conoció personalmente a J. David Lowell luego de una visita que éste hizo a El Salvador. En ese entonces, Fuster era jefe de mina.
“Lo recibí en otras ocasiones en El Teniente y en la Coipa. En sus visitas, siempre estaba relacionando la ciencia y la tecnología con el desarrollo y funcionamiento de la mina, de lo que se estaba descubriendo con los nuevos desarrollos de la mina para comprobar modelos geológicos. Era un aporte muy importante, porque siempre traía ideas nuevas e intentaba confirmar otras que tenía”, explica.
La revolución de la geología
A fines de los años 70, no había mucho interés por explorar en Chile. Los ojos de los inversionistas estaban en otros países mineros, pero no en el último país del mundo. Sin embargo, Lowell apostó por nuestro país.
En ese entonces, la labor del geólogo estaba muy limitada a su función: explorar y determinar los recursos minerales. “Pero la llegada de Lowell lo cambió”, dice Fuster. “Él formaba empresas con el fin de desarrollar desde los primeros inicios de un descubrimiento, todo el desarrollo de la exploración, y darle un valor económico”.
Para el presidente del Colegio de Geólogos de Chile, Mario Pereira, “el legado que entregó J. David Lowell a la minería en Chile y a los profesionales geólogos fue su pragmatismo, entusiasmo como explorador, y vencer y dejar de lado los dogmas. Lowell decía que la experiencia valía más que la formación académica, y que siempre se debía buscar una explicación para cuerpos mineralizados que no se ajustaban a dogmas. La formación de un geólogo debe considerar entender de negocios y comprender la economía de los minerales”.
El geólogo estadounidense levantaba recursos para la exploración, y garantizaba retorno a los inversionistas, con equipos de no más de 5 a 6 geólogos que contaran con las competencias técnicas y científicas necesarias.
“Ese rasgo en Chile no se conocía. Uno de los aportes que hizo Lowell a la minería local fue considerar que la actividad de exploración iba más allá de una técnica geológica para descubrir un yacimiento y quedarse ahí. Él pensaba en cuál era el impacto económico de eso y cómo desarrollar el negocio a partir del descubrimiento de un yacimiento, y luego o desarrollarlo como algo propio, o traspasarla a una empresa mayor que tuviera los fondos necesarios para desarrollarlo en caso de que el descubrimiento fuera mayor, como sucedió con Escondida”, dice Fuster.
“Los geólogos, hasta muchos años después de esto, empezamos a tener una concepción más del negocio minero en términos de cómo podíamos participar también en aspectos financieros, económicos, de evaluación, y no quedarnos en el martillo y en las salidas a terreno” agrega el consultor.
Las técnicas y descubrimientos del geólogo estadounidense revolucionaron la forma de hacer geología en Chile, y permitieron un boom de la exploración en el país. Esto dio paso al descubrimiento de nuevos yacimientos que hoy han puesto a Chile como el mayor productor de cobre del mundo. Y Lowell, hasta sus últimos años, aseguraba que aún había yacimientos por descubrir en la cordillera, apostando hasta el fin de su carrera por nuestro país.
Lea el relato completo de Francisco Ortiz y el descubrimiento de Escondida, aquí.
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