Competitividad de litio en Chile podría verse afectada por carga fiscal

Los proyectos de litio en Chile enfrentan una mayor carga fiscal que en Australia, Argentina y Estados Unidos, lo que podría afectar la competitividad en el largo plazo del país, junto con la discrecionalidad en la entrega de las concesiones. En ese sentido, las iniciativas en Chile son menos rentables, pese a que tienen costos operativos más bajos.

Un estudio de la consultora Wood Mackenzie analizó la rentabilidad de un proyecto de litio modelo. El resultado es que las menores ganancias se obtienen bajo los contratos actuales que tiene SQM y Albemarle con Corfo. Le sigue Zimbabue, el CEOL para Maricunga, Argentina sin el RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones), el CEOL de Altoandinos, Australia, Argentina bajo el RIGI, y finalmente, la máxima rentabilidad se alcanza en Arkansas, Estados Unidos.

“La pregunta que nosotros levantamos es, ¿por qué desarrollaría (un inversor) un proyecto en Chile si es que lo puede desarrollar en EE.UU.? Que da condiciones de mercado mejores, menos riesgo, que están apoyando el desarrollo de cadenas de suministro fuera de China. La otra pregunta es, ¿nos estamos quedando atrás en competitividad comparado con Argentina, por ejemplo?”, plantea Nassam Estibill, director de consultoría de Wood Mackenzie.

“En Chile, la carga fiscal para el litio es, en la práctica, más compleja que en Argentina (con RIGI), Australia y EE.UU.”, afirma Patricio Faúndez, líder en Economía en GEM Mining Consulting. “Ya se observa una menor competitividad relativa. La incertidumbre y la complejidad del marco chileno han reducido el atractivo para la inversión frente a jurisdicciones con reglas más estables y predecibles. De mantenerse las tendencias actuales, la participación mundial de Chile en la producción global de litio en 10 años más podría caer por debajo del 10%”, plantea.

Para Jorge Cantallopts, director ejecutivo de Cesco, a la complejidad de la carga fiscal se le suma que cada CEOL tiene condiciones distintas. “Existen dos variables clave: una es el nivel de la tasa, y la otra —que considero aún más relevante— es la discrecionalidad. Hoy, la asignación de concesiones no se encuentra completamente estandarizada, sino que depende de evaluaciones caso a caso. Esa falta de uniformidad genera incertidumbre y, en mi opinión, influye incluso más en la competitividad que una tasa elevada”, indica.

Fuente: El Mercurio

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