Carlos Portales, y relaciones laborales pos Covid-19: “No es posible enfrentar los procesos de transformación operacional, tecnológica y laboral en condiciones de sustentabilidad, con relaciones marcadas por la verticalidad, el cortoplacismo y el conflicto”
El académico de la Universidad Católica analizó para Cesco el estado de las relaciones laborales en la minería, con énfasis en las medidas adoptadas para contener el contagio por Covid-19, y el impacto de estos cambios a mediano y largo plazo, las que harán necesario un diálogo laboral al interior de las empresas para enfrentar un escenario que ha llegado para quedarse.
Para el profesor de la Escuela de Administración de la Universidad Católica y director de DataLab* Carlos Portales, la minería es tal vez el rubro que mejor estaba preparado para hacer frente a la crisis sanitaria más importante que ha tenido que sobrellevar Chile en los últimos 100 años. Esto, debido a los altos estándares de seguridad que se han adoptado en el sector.
“Es importante comprender que, junto a las medidas de seguridad y salud que están siendo adoptadas, los desafíos de productividad en el sector minero pre pandemia, siguen plenamente vigentes. Para lograr ir cerrando esas brechas es necesario abordar la formación y el desarrollo de capacidades de manera muy diferente a como se ha venido haciendo hasta ahora”, asegura Portales en un completo análisis titulado “Pandemia, gestión de la crisis y relaciones laborales: presente y futuro de la minería chilena”.
Entre las medidas que se han tomado, están las de sanitizar los espacios de trabajo, realizar test rápidos de manera masiva, y entregar equipos de protección, entre muchas otras. A esto se suma la disminución de dotación -que alcanza el 35% en promedio- para asegurar el distanciamiento físico, operando principalmente con quienes desarrollan tareas esenciales para la producción y, en paralelo, la irrupción del trabajo remoto para aquellos cargos que pueden ejercerlo, ha permitido contener los contagios y mantener la continuidad operacional. Pero para Portales, esto no ha estado exento de costos.
“El impacto lo están sintiendo los trabajadores, particularmente operadores y mantenedores y áreas de apoyo a la operación que están viendo su salud comprometida, al verse exigidos a extender sus jornadas de trabajo”, explica el experto. Con la pandemia, las empresas han tenido que modificar los turnos de 3×3 o 4×4, a 7×7 o 14×14. “Se requiere abordar con mayor profundidad los efectos que produce en las familias, ya que este factor puede ser un obstaculizador en la incorporación de mujeres, un desafío de corto, mediano y largo plazo de esta industria”.
El académico destaca la batería de medidas adoptadas por la gran mayoría de empresas y su oportuna implementación. “La industria minera, quizás como ninguna otra actividad productiva del país, estaba bien preparada para enfrentar esta pandemia. Finalmente, esta es una crisis de seguridad y salud, cuestiones en que la minería ha ido a la vanguardia desde hace ya varias décadas”.
La irrupción tecnológica
Históricamente, el sector minero local se ha caracterizado por ser conservador al momento de integrar nuevas tecnologías para mejorar el desempeño operacional. Sin embargo, esto ha ido cambiando en los últimos años, dada la presión por mejorar el desempeño en la producción.
Esta adopción de nuevas tecnologías se ha acelerado aún más debido a la pandemia. “El sector está viviendo una verdadera epifanía, descubriendo que, con el equipamiento e instrumental hoy disponible y una menor cantidad de personal en faena, particularmente en los niveles de supervisión, sus volúmenes de producción no han disminuido”.
En ese contexto Portales vislumbra que, en un futuro no muy lejano, la industria minera nacional se sustentará en modelos operativos intensivos en tecnología y dotaciones más ajustadas de forma permanente, con un desplazamiento y reconversión de trabajadores hacia el diseño, implementación y gestión de las nuevas tecnologías. “Esta constatación debe ser asociada también a la disminución de los efectos que trae el trabajo en faena en las familias de los trabajadores, lo que redundaría en un mayor bienestar subjetivo del trabajador/a, y probablemente de su compromiso y productividad, dada la reducción del conflicto trabajo-familia que supone el trabajo por turnos”.
Una nueva forma de relacionarse
Las medidas adoptadas para contener la propagación de Covid-19 han llegado para quedarse. Así lo estima el experto laboral, quien considera que estas transformaciones requerirán de procesos de cambio complejos que afectan intereses diversos. “Cuando los efectos de la pandemia empiecen a amainar, el compás de pausa y el foco sanitario que hoy prevalece quedarán atrás y se retomará la senda de decisiones más estructurales que ya estaban adquiriendo forma antes de que el Covid-19 se apoderara del escenario. Los cambios profundos que se proyectan sin duda que va a acarrear tensiones agudas si no se instalan fórmulas de diálogo que permitan co-construir un camino de desarrollo productivo, pero también humano, con los diversos stakeholders de la industria”.
“No basta con ocuparse únicamente de la productividad de corto plazo, sino que debe apuntarse a un equilibrio entre lo económico y el desarrollo sostenible y sustentable de esta industria”, dice el experto, y agrega que “cuando el telón comience a levantarse, los escenarios políticos y sociales, agudizados por la caída abrupta de la actividad económica a nivel general, volverán a ejercer una intensa presión sobre la actividad minera. Y ella no puede mantenerse al margen”.
Al respecto, Portales señala que existe una percepción por parte de la sociedad civil de que el sector minero y sus actores son privilegiados, viviendo una realidad muy diferente a la que experimenta el resto de los chilenos. “Si la minería quiere llevar adelante las transformaciones que requiere, debe insertarse de mejor manera en la escena nacional”, dice el académico. “Dichos cambios se verán severamente obstaculizados si no se generan relaciones que respeten los diversos intereses, pero busquen, en simultáneo, espacios de colaboración y construcción conjunta de valor compartido. Para ello se hace necesario un diálogo genuino y transparente entre todos los actores, de manera que se generen diagnósticos compartidos, escenarios posibles de alcanzar y caminos de solución construidos de manera integrada”.
En ese sentido, Portales explica que Datalab realiza un Índice de Relaciones Laborales (IRL) minero y que analiza a 16 empresas del sector, donde se muestra un rubro con relaciones laborales entre empleadores, sindicatos y trabajadores, con rasgos mayoritariamente paternalistas. “Son vínculos en donde si bien existe cordialidad (con ciertas excepciones, claramente), la amplitud y profundidad de la agenda de trabajo entre estos actores es bastante acotada, limitándose únicamente a temáticas higiénicas y económicas de corto plazo. En el último tiempo, el paternalismo desde los empleadores hacia las organizaciones sindicales, ha ido adquiriendo tintes de transaccionalidad, sobre todo con la llegada de nuevas dirigencias sindicales que empujan por mayores demandas y equipos ejecutivos con visiones muy verticales de las relaciones laborales que dificultan un diálogo constructivo con visión de largo plazo”.
Respecto a la confianza en los vínculos de empleadores y trabajadores, ésta se encuentra debilitada y las empresas mineras obtienen en promedio, 49,9 puntos en una escala de 0 a 100, ubicándose en un nivel Insuficiente (menor a 55 puntos) un 80% de ellas. “Para lograr una mayor confianza organizacional es necesario propiciar conductas concretas que incremente la credibilidad de unos con otros. Esta es una tarea cuya iniciativa está en manos de las administraciones de las compañías”.
El académico explica que es necesario que los equipos ejecutivos compartan información y la gestionen de forma transparente, busquen diagnósticos conjuntos con sus organizaciones sindicales frente a los desafíos, y apoyen la formación de dirigentes sindicales altamente profesionalizados, además de desarrollar capacidades para tener conversaciones difíciles.
Por su parte, los sindicatos, aunque diversos, muestran una cierta concentración en una lógica transaccional, orientadas más bien al corto plazo con intereses y demandas primordialmente económicas y una propensión al conflicto para defender sus puntos. Portales explica que también hay otro grupo que está orientado al bienestar social, buscando darle solución a temas puntuales y enfocados a los beneficios monetarios de corto plazo de sus socios. “Hay, sin embargo, también sindicatos que se ubican en una lógica de emprendimiento o de co-construcción de valor, con mirada de largo plazo, y agendas más amplias, que han logrado diálogos sobre temas relevantes, tales como las innovaciones operacionales y tecnológicas que han permitido enfrentar esta crisis, con la administración”.
Como conclusión, Portales señala que “no es posible enfrentar los procesos de transformación operacional, tecnológica y laboral en condiciones de sustentabilidad con relaciones marcadas por la verticalidad, el cortoplacismo y el conflicto”. Y agrega que “se requiere transitar hacia relaciones de co-construcción de valor compartido animadas por un interés genuino de las partes por cooperar y colaborar con los demás actores en pos de un futuro común, a pesar de los intereses en conflicto que puedan existir”.
“Se deben promover conversaciones más amplias con agendas multidimensionales que incluyan temáticas de largo plazo, de manera que se logre un doble beneficio: mayor productividad y, a la vez, un desarrollo humano integral” asegura el experto. “Ese es el único camino posible para avanzar en los procesos de cambio que las compañías mineras requieren, distribuyendo los beneficios de la actividad de manera justa entre los actores y alcanzando la legitimidad necesaria en cada uno de los pasos que se vayan dando”, finaliza.
*Entidad especializada en el estudio y consultoría de relaciones laborales.
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