Miradas sobre el pasado y el futuro de la industria minera
Ad portas de iniciar una nueva década, conversamos con distintos actores relacionados al sector minero para que nos dieran su visión sobre los aprendizajes ganados estos últimos 10 años, y los desafíos que la industria deberá enfrentar a largo plazo.
Quedan pocos días para terminar el año 2020, y sin duda, ha sido el año más desafiante que hemos vivido hasta ahora. Sin embargo, ha sido un año que también ha demostrado la resiliencia del sector minero en nuestro país para enfrentar algo tan complejo como una pandemia, que ha paralizado la mayoría de las industrias y ha significado un duro golpe para la economía mundial.
Y con el cierre de año y el inicio de una nueva década, le preguntamos a varios actores relacionados al sector minero, cuáles consideraban que han sido los principales logros de la minería en la década pasada, cuáles son los principales desafíos y en qué debemos poner foco a futuro. Estas son sus respuestas.
Aaron Puna | Presidente ejecutivo Anglo American Chile
La última década ha sido un catalizador para el cambio y como industria hemos aprendido que no podemos seguir aplicando las mismas prácticas de los últimos 100 años. Debemos hacer una inflexión de fondo e impulsar un cambio urgente, profundo y radical en nuestra actividad, sobre todo en momentos en que la recuperación económica necesita ser sostenible. Frente a leyes minerales más bajas y otros desafíos, debemos buscar soluciones centradas en la innovación. Aumentar tamaños y escalas, como en el pasado, ya no es una opción. Debemos seguir mejorando en la adopción de tecnologías y hacer de la sustentabilidad una parte central de nuestra visión del negocio. Como industria tenemos un rol en facilitar la sustentabilidad en la sociedad de hoy y el futuro. La minería es el principal motor de la economía chilena y su aporte al desarrollo del país es indudable, pero nuestros stakeholders necesitan aún más de nosotros. ¿Cómo abordaremos esas necesidades al tiempo que reducimos nuestra huella? El contexto de cambio climático nos impone adaptar nuestras operaciones y hacer un uso más eficiente del agua y la energía, además de lograr la carbono neutralidad. Como compañía estamos transitando hacia una minería moderna, más consciente y conectada con nuestro entorno, para seguir aportando al desarrollo de Chile, realizando una actividad que considere todos estos elementos y además sea un aporte relevante para las comunidades y territorios donde operamos. Es un camino desafiante, que tomará tiempo, pero ya lo hemos iniciado de forma decidida.
Jorge Gómez | Presidente ejecutivo Collahuasi
La pasada década comenzó de manera promisoria, con un súper ciclo en el precio del cobre que le permitió a la industria consolidar los proyectos iniciados en los años previos y poner en marcha nuevas iniciativas. No obstante, al ser una industria inelástica en su oferta y en la cual todos buscamos con cierta simultaneidad hacer lo mismo, el crecimiento en la oferta de cobre y una demanda estancada nos llevaron a un momento crítico en 2015, con un profundo impacto financiero. Como industria en general fue un momento en que hubo que tomar decisiones difíciles pero necesarias para recuperar la disciplina financiera. Ello permitió ir bajando progresivamente los costos en el resto de la década y disminuir exitosamente el nivel de deuda.
De igual forma, otra tendencia relevante en esta última década fue darnos cuenta que no bastaba con tener bajas tasas de accidentabilidad, sino que necesitábamos abordar de nuevas formas el problema de las fatalidades e incidentes de alto potencial, que se mantenían altos. A nivel general en la industria ha habido un trabajo muy importante en este aspecto, terminando la década con un cambio relevante. Precisamente el foco en la protección de las personas, en un trabajo de alianza entre empresas y trabajadores, fue un factor clave al momento de enfrentar la pandemia. La fortaleza de los sistemas de salud y seguridad en las compañías ha permitido establecer barreras sanitarias eficientes para mitigar contagios en faena y transmitir asertivamente a los trabajadores la necesidad de cuidarse en sus descansos, donde ha estado el mayor riesgo hasta ahora.
Respecto del futuro, sin duda los mayores desafíos se relacionan con la visión que la sociedad tiene sobre nuestra industria. Por ello es fundamental el comportamiento responsable, tanto laboral, ambiental y social de las empresas, y al mismo tiempo involucrarse de manera proactiva en los desafíos de las comunidades, como son por ejemplo hoy en día las dificultades socioeconómicas producto de la pandemia. También relacionado a nuestro entorno tenemos el desafío del uso responsable de insumos claves para nuestra industria, como el agua y la energía, debiendo ir más allá para involucrarnos en la obtención de nuevas fuentes, tema en el cual la minería del cobre es parte de la solución para enfrentar el cambio climático.
Como organizaciones debemos estar dispuestas a abordar permanentemente nuevos desafíos, siendo fundamental nuestra capacidad de adaptación y gestión del cambio. Un factor importante que debe ayudarnos en este camino es acelerar la transformación digital de nuestros procesos, entendida como la necesidad de aprovechar la gran cantidad de información disponible para obtener y aplicar aprendizajes. Asimismo debemos ser capaces de integrar la equidad de género y la diversidad en nuestras organizaciones, ante la necesidad de atraer un valor agregado fundamental. En este sentido, la remotización de funciones, que la pandemia nos ha empujado a acelerar, es también una oportunidad para cuando podamos volver a una situación estándar, lo que se suma a seguir mejorando la calidad de vida en faena, teniendo siempre presente que son las personas la que hacen la diferencia.
Ricardo Lagos | Expresidente de Chile
Creo que la vinculación entre la década que se fue y la que viene, es muy nítida. El Acuerdo de París en 2015, entre Estados Unidos y China, planteó el desafío para la minería en el sentido de la descarbonización de la matriz energética pasa a ser el elemento sustancial a tomar en cuenta por la gran minería.
Esto parecía olvidado cuando Estados Unidos y el señor Trump desconocían el Acuerdo de París. Ahora, para la década que viene, reemergerá el Acuerdo de París con mayor fuerza que antes. El haber designado al antiguo ministro de exterior, el ex secretario de Estado de Estados Unidos de la época Obama, John Kerry, como el nuevo «zar» del cambio climático, habla a las claras que esto será central para el presidente Biden.
Por qué lo digo. Porque desde el punto de vista de la minería, y en particular el cobre, tenemos todavía una matriz energética muy carbonizada. Ha habido avances con energía solar en algunos lugares en el fin de esta década que se fue, pero es insuficiente. Lo que estamos viendo por parte de Europa, predice el futuro. Están pensando colocar un impuesto por la cantidad de emisión de gases de efecto invernadero que contengan las importaciones a dicho continente. Qué duda cabe que esto afectaría fuertemente a nuestro cobre.
Por eso me parece tan importante que en esta década, tengamos cobre verde, antes del 2025, y eso es posible. Cobre verde a partir del hidrógeno verde.
Douglas Upton | Analista de inversiones, Capital Group
Veo dos logros principales durante la última década. En primer lugar, recalibrar el gasto de crecimiento y las ambiciones más bajas dadas las condiciones del superciclo, lo que ahora ha vuelto a alinear el aumento de capacidad con la tendencia de crecimiento de la demanda. Y en segundo lugar, me ha impresionado el buen progreso continuo en seguridad, emisiones y relaciones con la comunidad.
En mi opinión, en el futuro los desafíos continuarán en la misma dirección. Lo que quiero decir es que la industria siempre tendrá que lidiar con la incertidumbre sobre las perspectivas de la demanda y los niveles de precios, en ambas direcciones. Espero ciclos de precios altos, por lo que esto no será fácil. Por el lado de los ESG, la descarbonización creará muchos desafíos y no pocas oportunidades. Y parece probable que las expectativas en torno a las relaciones con la comunidad sigan tensándose: la tolerancia a diferencias sustanciales entre la riqueza de las empresas mineras y la riqueza de sus comunidades anfitrionas disminuirá.
Gustavo Nieponice | Managing director & senior partner, Boston Consulting Group
Las empresas mineras han logrado avances significativos en el desarrollo de programas más sistemáticos para mejorar la eficiencia en operaciones y proyectos. Al mismo tiempo, han adoptado un enfoque mucho más reflexivo de la sostenibilidad, con avances significativos en las estrategias de uso del agua, relación con las comunidades y reducción de emisiones de CO2.
Para la próxima década vemos cuatro imperativos de mejora:
- Incorporar un propósito con una propuesta de valor mejorada para los empleados y un mayor enfoque en la diversidad.
- Impulsar la próxima ola en impacto social total con un enfoque más integrado que incluye el impacto social total como parte integral de la estrategia.
- Transformarse en una empresa biónica, organizando y desplegando talento para aprovechar mejor las nuevas tecnologías, desde la automatización hasta la analítica, para impulsar la próxima ola de mejora de la productividad.
- Continuar mejorando la capacidad de articular el ecosistema alrededor de la empresa minera para lograr mejores resultados.
Todo esto requerirá un nuevo enfoque de la organización y el liderazgo, con procesos más flexibles y ágiles y una mentalidad de transformación «siempre activa» necesaria para dominar estos imperativos.
Jerry Jiao | Vicepresidente senior, China Minmetals Corporation
Si pienso en 2010, veníamos de un período muy fuerte de precios de las materias primas, impulsados en gran parte por el extraordinario crecimiento de China. El valor se ponderó fuertemente para los mineros y en Minmetals acabábamos de completar la adquisición de los activos de cobre y zinc de Oz Minerals para crear MMG, la plataforma de Minmetals para desarrollar recursos de metales base en el extranjero.
La siguiente década resultó ser un poco más mixta con el cobre que venía de los máximos precios en el principio de la década. La inversión en nuevas minas y descubrimientos se desaceleró con el crecimiento de la capacidad proveniente de un puñado de proyectos en África, particularmente en la República Democrática del Congo, Oyu Tolgoi en Mongolia y el crecimiento proyectos greenfield/brownfield en Latinoamérica.
Lo que nos propusimos hacer como Minmetals fue invertir en nueva capacidad durante este período y, en retrospectiva, construimos nuestra mina de cobre Las Bambas en Perú en el momento adecuado, durante un punto bajo en el ciclo de inversión.
Como industria, también nos volvimos más eficientes en minería, procesamiento y refinación. Tuvimos que hacerlo. La producción fue sostenida mayoritariamente por los principales productores existentes, muchos de los cuales pelearon una batalla perdida contra la disminución de las leyes promedio.
Creo que también vimos grandes mejoras en la capacidad y tecnología de fundición en China y, al cierre de la década, somos un sector más productivo.
Si bien hubo importantes mejoras en las operaciones y la tecnología, creo que tenemos que reconocer colectivamente que el entorno externo (gobierno, comunidades y sociedad) se ha vuelto cada vez más desafiante.
En 2020, no es suficiente tener un buen yacimiento, debes tener una asociación genuina con los gobiernos anfitriones, las comunidades y la sociedad civil para desarrollar u operar con éxito una mina. Y esto parece ser cada vez más difícil de lograr.
Realmente creo que, como industria, y a través de grupos colectivos como el ICMM, estamos mejorando año tras año nuestras prácticas sociales y ambientales. Pero las expectativas continúan aumentando. Temas como el cambio climático, el manejo de relaves, la seguridad y los derechos humanos nos exigen escuchar, aprender y adaptarnos.
También debemos trabajar juntos como industria del cobre para promover nuestra contribución a un futuro con carbono reducido. El cobre es esencial para un mundo que depende de motores eléctricos y un almacenamiento confiable, lo que facilita la reducción de nuestra dependencia de los combustibles fósiles. Debemos estar orgullosos de nuestra contribución. Como decimos en MMG, “hacemos minería para progresar”.
Creo que los desafíos colectivos que enfrentamos se enmarcan en las siguientes áreas:
- No estamos encontrando nuevos y mejores yacimientos para sostener y hacer crecer nuestra producción. Las leyes decrecientes, el aumento de las impurezas, la falta de consentimiento de la comunidad, los desafíos ambientales y la logística hacen que cada tonelada de cobre sea un poco más difícil de generar. La dependencia tradicional de las jurisdicciones establecidas y los proyectos de «Nivel 1» está disminuyendo y los «megaproyectos» son cada vez más difíciles de encontrar, financiar, autorizar y desarrollar. Debemos mejorar en la «ampliación» de las operaciones brownfield y generar valor a partir de oportunidades de nivel medio que aprovechan las nuevas asociaciones y enfoques para generar valor.
- Cadena de custodia. La minería no es la primera industria, pero es quizás la más reciente, en enfrentarse al creciente escrutinio de los clientes, las comunidades y los usuarios finales con respecto a las cadenas de suministro. Desde la huella ambiental y de carbono, hasta las condiciones de los mineros artesanales y los riesgos de derechos humanos incorporados, enfrentaremos continuos pedidos de mayor transparencia y verificación de la cadena de custodia de nuestros metales. El enfoque a nivel de la industria debe ser garantizar que este escrutinio sea adecuado para su propósito y que la creciente carga de cumplimiento se lleve por igual en toda la industria, por lo que nos beneficiamos todos.
- Tecnología y habilidades. Las tecnologías y habilidades centrales de la minería no han cambiado mucho durante generaciones. Las recientes innovaciones como la inteligencia artificial, las operaciones remotas y el big data se convertirán cada vez más en parte del crecimiento de nuestro sector. Debemos invertir no solo en las tecnologías para acelerar ese cambio sino en la capacidad de nuestra gente para reconocer y adaptar nuevas oportunidades a los desafíos de nuestro sector.
- Cambio climático. Se está produciendo una revolución en nuestras fuentes, uso y almacenamiento de energía. Nuestra industria debe posicionarse a la vanguardia de una transición hacia fuentes de energía con bajas emisiones de carbono. Quizás hemos tardado un poco en captar la imaginación del público y posicionarnos, y nuestros productos, como motores de una nueva economía. La buena noticia es que la transición solo se está acelerando y creo que tenemos tiempo y energía para aprovechar la oportunidad.
- Contrato social. Finalmente, debemos redoblar nuestros esfuerzos para que nuestras comunidades y gobiernos anfitriones nos acompañen en el viaje. Las minas del futuro estarán en jurisdicciones más desafiantes, sin antecedentes mineros establecidos y con nuevos riesgos políticos. Sobre la base de inversiones de capital de varias décadas, generamos una riqueza significativa para nuestra gente, nuestras comunidades y la sociedad, y debemos encontrar una nueva forma de desarrollar la comprensión de esa inversión y contribución. Solo podemos lograrlo mediante un compromiso sostenido con la transparencia, la participación y el diálogo.
Robert Perlman | Presidente ejecutivo y fundador de CRU
La última década en la minería del cobre puede describirse ciertamente como una década de mejora. Las leyes continuaron disminuyendo, y muchas minas nuevas se desarrollaron muy por debajo de la marca del 1%. A medida que escaseaban las leyes altas, los geólogos desarrollaron nuevas soluciones de control de leyes. Los bancos de minas de 12 a 16 metros ahora pueden usar tecnología de monitoreo de explosiones o GPS de alta precisión, lo que mejora la seguridad en el frente de la mina y la precisión de la alimentación de la planta. Las minas a rajo abierto de gran escala y de baja ley se han convertido en un caso habitual. La capacidad máxima de los camiones tolva ahora se acerca a las 500 toneladas por carga útil, mientras que las excavadoras se han electrificado, lo que trae nuevos desafíos respecto al manejo de cables a las minas.
El procesamiento de metales también ha seguido mejorando, lo que permite un tratamiento de bajo costo y baja ley con tasas de recuperación satisfactorias. El año pasado vimos los primeros resultados in situ de una mina de cobre en Arizona, EE. UU. (Florence). Los concentrados de cobre cada vez más complejos ahora prometen una opción de tratamiento utilizando procesos como el CESL de Teck o el trabajo de Ecometales en Chile. Al mismo tiempo, los productores han incrementado sus esfuerzos en las áreas de sustentabilidad y protección ambiental, mejorando sus informes de ESG e invirtiendo para brindar soluciones a la huella que deja la minería.
La próxima década seguirá desafiando a los mineros del cobre. Las leyes seguirán disminuyendo, lo que traducirá en una mayor cantidad de desperdicio con una mayor complejidad. Los métodos de eliminación de desechos necesitarán mejoras adicionales. Se requerirá apilamiento en seco o alternativas a la eliminación de relaves en aguas profundas para las operaciones mineras remotas que luchan por encontrar espacio o para proporcionar estabilidad a las presas de relaves. Además, como la electrificación de la mina no sucederá de la noche a la mañana, los mineros deberán trabajar para compensar las emisiones, ya sea reciclando el calor del procesamiento o capturando CO2 en los relaves.
El agua ya se ha convertido en un recurso escaso en el principal país productor de cobre: Chile. La desalinización y el bombeo del agua a gran altura requieren energía que debe ser suministrada por energía renovable. El procesamiento de cobre también podría requerir que el procesamiento de agua de mar se convierta en la norma en los proyectos greenfield. Finalmente, los productores de cobre deberán vigilar estrictamente los costos operativos, asegurando que la transición a la minería autónoma ocurra con la aceptación de los sindicatos y los propios empleados. Los mineros del cobre tienen una gran historia de mejora y ciertamente enfrentarán los desafíos de la nueva década manteniendo un enfoque estricto en los aspectos ESG de la minería.
Fernando Lucchini | Presidente ejecutivo Corporación Alta Ley
La incorporación de energías renovables para la generación de abastecimiento eléctrico ha sido uno de los grandes logros de la última década para el país, principalmente traccionado por el sector minero. Durante la última década Chile lideró el ranking mundial, siendo el mejor país para invertir en energías renovables y logrando que, en 2019, el 20% de la generación eléctrica fuese provista por energías renovables no convencionales (ERNC), donde la minería fue su principal consumidor.
Los desafíos pendientes apuntan a la sustitución del diésel de las faenas mineras por combustibles sustentables como el hidrógeno verde y a aumentar la participación de las ERNC en los contratos eléctricos del sector.
En términos de recurso hídrico, a nivel regional Chile se consolidó como el país de América Latina con mayor capacidad de desalinización durante la última década, lo que está ligado directamente a la minería. En esta línea, entre 2010 y 2019 el consumo de agua de mar vinculado a la producción de cobre ha crecido 43% como promedio anual.
Los desafíos pendientes están asociados a los impactos ambientales de las salmueras que se devuelven al mar y al alto consumo energético provenientes de fuentes no renovables asociados a las operaciones de estas plantas, fundamentalmente debido a la impulsión del recurso desde la costa hasta alturas que superan los 2.000 metros y distancias que recorren entre 150 y 200 kilómetros. El enfoque debe ir en buscar alternativas de eficiencia, mayor trazabilidad, verificación y manejo desde una lógica sistémica en el uso, gestión adecuada, reúso y recirculación de cuencas en conjunto con el territorio y sus comunidades, además de nuevas fuentes de abastecimiento de manera disminuir el consumo de agua continental.
Durante la década pasada se publicó la norma de emisión para fundiciones de cobre y fuentes emisoras de arsénico para el país, estableciéndose límites máximos de emisión de azufre y arsénico que fijaban un porcentaje de captura igual o superior a 95%, para lo que las fundiciones locales tuvieron que hacer inversiones que superaron los 3 mil millones de dólares.
Los desafíos apuntan a mejorar los niveles de captura a niveles superiores al 98%, en línea con los más altos estándares mundiales. Existe un consenso a nivel técnico de que los desafíos de captura de azufre y arsénico serán crecientes en el país y que, para lograr niveles de captura de estándar mundial, se requerirá de nuevas instalaciones, considerables niveles de inversión, además de avanzar con tecnologías que permitan la lixiviación de sulfuros.
En cuanto a la empleabilidad, la minería es un sector económico clave para el país en términos de generación de empleo. Al inicio de la década, alrededor de 190 mil trabajadores/as realizaban funciones en operaciones mineras de manera directa. A fines de la década pasada, cerca de 250 mil trabajadores/as formaban parte de la dotación en operaciones. En ese mismo lapso, la dotación femenina subió de 6,16% a 8,62%. Los desafíos apuntan a que la minería siga siendo un motor generador de empleo considerando la tendencias tecnológicas y nuevas capacidades requeridas por el sector, además de aumentar la participación de mujeres como elemento clave en términos de paridad de género.
Por otro lado, cabe recordar que a comienzos de la década pasada, la minería representaba el 15,9% del PIB nacional. A 2019, la participación de la minería en el PIB alcanzó al 9,4%. A pesar de la caída, la minería sigue siendo la industria más relevante del país y un referente a nivel mundial en temas mineros. Destaca la producción de cobre y yodo, que posiciona al país como el primer productor mundial de estos minerales, y la producción de molibdeno y compuestos de litio que lo ubica como el segundo productor mundial.
Entre los desafíos a superar figuran mejorar los procesos de planificación minera, agilizando los procesos de inversión, ejecutando los proyectos en tiempo, y respetando los costos de las inversiones. Complementariamente, Chile debe aprovechar todo su potencial polimetálico a través de modelos de negocios mineros que permitan aprovechar al máximo el valor de los minerales que acompañan a la minería del cobre, además del desarrollo pleno de otros minerales de manera sostenible.
Se debe destacar el trabajo que se ha hecho en materia de seguridad. El valor de la vida es un elemento fundamental para la industria minera. Con relación a las estadísticas de accidentabilidad, es muy valioso señalar que durante la década pasada se terminó con el menor registro de accidentes fatales y fallecidos ocurridos en la minería en Chile. A inicios de la década hubo 45 fallecidos, mientras que a fines hubo 14 fatales.
Junto a lo anterior, cabe destacar que las tasas de gravedad en la minería bajaron desde 748 a 242,4 durante la década y la tasa de frecuencia de accidentes incapacitantes bajaron de 3,5 a 1,53, en ambos casos por cada millón de horas trabajadas en la minería. Los desafíos apuntan a consolidar una cultura de seguridad con claros compromisos para llegar a una minería con cero fatalidades.
Durante la década pasada, los depósitos mineros fueron cada vez más complejos, profundos y de menor ley, lo que generó que las operaciones mineras fuesen técnicamente más complejas y mucho más costosas. La proyección futura confirma esta tendencia, por lo que la innovación juega un rol clave para el futuro desarrollo sostenible de la minería. Estos desafíos fueron recogidos desde los actores de la industria por la Corporación Alta Ley a través de la generación y actualización del Roadmap Tecnológico de la Minería, que permitió generar una Hoja de Ruta que busca identificar oportunidades, requerimientos de I+D y desafíos para generar capacidades tecnológicas en el país y desarrollar un sector de proveedores con base tecnológica ligados a una minería sostenible.
Todo lo anterior bajo un contexto en donde la minería nacional lideró durante la década pasada la incorporación de operaciones remotas en procesos productivos, aumento del número de camiones autónomos en operación, puso en marcha dos centros de pilotaje para el escalamiento de tecnologías, lanzó el fondo de capital de riesgo en la cadena de valor del cobre más grande del mundo, introdujo herramientas de inteligencia artificial y digitalización, promovió la formación de capital humano avanzado y especializado, además de consolidar programas de innovación abierta como Expande, el programa Tranque para la operación segura y confiable de estos depósitos, entre muchos otros desarrollos.
Entre los desafíos esta gestionar el negocio de una manera integrada, a través de una minería más competitiva, trazable, preocupada del medio ambiente y de las comunidades, que se hace cargo de las tendencias del mercado y consolidando un ecosistema de proveedores tecnológicos locales hacia su internacionalización.
Juan Ignacio Guzmán y la minería sustentable en Chile: “Posicionarnos en el primer cuartil de sustentabilidad de la industria minera será un activo muy valioso en el futuro”
Para realizar un diagnóstico inicial de las industrias del cobre y litio en sus componentes de sust
Carlos Castelli y Francisco Camus, geólogos: “Algunas personas dicen que la minería está madura en Chile, y la realidad es que no es así. Aún queda mucho por explorar”
Castelli y Camus recientemente han lanzado el libro “Historia, exploración y geología de los yac
Jorge Cantallopts: “Esta es una excelente señal de que Chile sigue siendo atractivo para invertir”
El experto constató el cambio de tono del Presidente Boric, que ha puesto en valor a la industria.
Deja una respuesta