Iván Valenzuela, director de Cesco: “Una nueva fundición es posible por rentabilidad, es necesaria para el próximo ciclo minero del país, y es crucial para que Chile esté en línea con los nuevos requerimientos del mercado”

Durante el seminario “Nueva capacidad de fundición para Chile” organizado por Cesco, el miembro del directorio del centro, quien además ha liderado la Comisión de Fundiciones de la institución, entregó un análisis del sector y una propuesta para aumentar la capacidad fundidora del país.

En los últimos 30 años Chile ha visto disminuida su capacidad de refinación, llegando a representar menos del 40% de la producción de cobre del país. Esta situación se vuelve más crítica para Chile, considerando las mayores exigencias de parte del mercado por nuevos procesos y productos que apunten a una economía verde, en el contexto de dos grandes amenazas para la humanidad: el calentamiento global y la sobreexplotación de recursos naturales.

Para analizar este escenario es que el Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco) organizó el seminario “Nueva capacidad de fundición para Chile”, instancia donde se presentó la propuesta elaborada por la Comisión de Fundiciones del centro, integrada por académicos y especialistas fundidores, y que es liderada por el director de la institución, Iván Valenzuela.

“Las palabras claves son desacoplamiento, o sea menos insumos por unidad de producto, y descarbonización”, señaló Valenzuela durante su intervención. “La iniciativa que estamos impulsando, aparte de muchas ventajas locales, juega a nuestro juicio, un rol en esta gran cruzada”.

El estado de las fundiciones chilenas

El director presentó el análisis que ha hecho la Comisión en relación a la exportación de concentrado donde, de seguir la tendencia actual en los próximos 15 años, este producto tendrá más del 80% de participación en la producción total de cobre de Chile.

“La tendencia de exportar concentrados está vinculada a la época dorada de la minería del cobre en los 90s y comienzos de los 2000, donde experimentamos tasas de crecimiento en la producción superiores a 9% anual”, señaló el director de Cesco, quien agregó que estas tasas serían difíciles de repetir, dadas las condiciones geológicas, sociales, ambientales y políticas en las que se desenvuelve la industria hoy, que ha tenido un crecimiento marginal en la producción de cobre desde 2006.

“A nuestro juicio, pretender hacer más de lo mismo para tratar de obtener las tasas de crecimiento de cobre del pasado, es utópico. Por lo tanto hay que pensar distinto. El gran desafío, difícil pero ineludible, está en cómo generar más valor por unidad de cobre producido”, dijo Valenzuela.

El director de Cesco explicó que en los últimos 30 años la capacidad de fundición del país se ha mantenido, a pesar de que la capacidad de producción de concentrados y la exportación de concentrados, más que se triplicó en similar periodo.

Valenzuela añadió que casi todas las empresas fundidoras chilenas han mantenido constante su producción, pero han experimentado un crecimiento de costos superiores al mercado. “Hicimos un análisis al interior de las fundiciones chilenas y claramente hay dos grupos, uno de costos más altos y otro de costos más bajos, lo que nos indica que el tema no es genético chileno, sino que tiene que ver con la capacidad de gestión y manejo en concreto de la actividad”.

El análisis de la Comisión

Valenzuela explicó que cuando la Comisión de Fundiciones de Cesco empezó a sesionar, en un principio existió cierto escepticismo en torno a la viabilidad económica de una nueva fundición. “Se asume que el sector no es atractivo, justamente a partir del resultado de algunas de las empresas que han estado mal gestionadas. Nuestro interés fue separar ambos factores, porque creemos después de este análisis, que el negocio de fundición es desafiante, pero puede ser rentable, y es una palanca clave para una minería sostenible y de futuro”.

Para hacer el análisis económico, la Comisión caracterizó una fundición estándar, con un 1.5 millones de toneladas de concentrados, una inversión de cerca de US$ 1.500 millones y, de acuerdo al modelo de los expertos, con costos de fundición y refinería menores a 17 centavos, y una TIR superior al 13%.

“Claramente estas no son rentabilidades mineras, pero el foco de esta actividad no está planteado para inversionistas mineros. Y los riesgos de una fundición y refinería son distintos también a los riesgos mineros”, explicó Valenzuela, quien agregó que en el mundo existe interés por desarrollar este tipo de proyectos, donde se han anunciado tres iniciativas de fundiciones en India, Indonesia y Perú.

En cuanto al aporte ambiental, esta nueva fundición tendría una captura de SO2 y de emisiones en torno al 99%, lo que genera un importante efecto en la emisión de gases de efecto invernadero. “Acá se calcula que transportar concentrado, versus transportar cátodos, tiene un efecto significativo en el calentamiento global por el uso de combustibles fósiles. Además, la matriz energética de Chile es más limpia que el promedio de los países a los cuales vendemos concentrado, por lo tanto, por ambos elementos hay un aporte ambiental significativo en la descarbonización”.

“Estamos hablando de empleo calificado, de tratamiento de concentrados complejos, pagando al procesarlos acá, menos penalidades”, dijo Valenzuela. “En Chile las fundiciones y refinerías recuperan muy pocos subproductos, y esto es un elemento importante que vemos en todas las fundiciones del mundo. También nos permite innovar en metalurgia. Quizás lo más importante es que sin instalaciones físicas modernas, es imposible pensar en reciclaje, economía circular y minería urbana. Procesos que serán dominante en los próximos años”.

Por último, la Comisión identificó aportes a nivel reputacional, dado que se debe mejorar la imagen de la minería con hechos tangibles. “También en este recuento de por qué es necesario, vemos en una fundición nueva un aporte estratégico. Tenemos que evitar que Chile sea empujado a un punto de no retorno en la cadena de valor”, señaló Valenzuela.

Los obstáculos

Tomando en consideración el análisis de la Comisión de Fundiciones, Valenzuela explicó algunas de las causas que han dificultado instalar nueva capacidad de fundición en Chile. “Hay razones culturales. En Chile tenemos una matriz histórica basada en la producción de recursos primario”, señaló Valenzuela. “Es un tema cultural que está vinculado con un concepto del valor, que es un karma repetido por décadas por todos, de que lo que más deja valor al país es el concentrado, y todo lo que viene después de concentrado, es perder valor. Y ese es un karma que se ha instalado con mucha fuerza en muchos agentes sociales y políticos de nuestro país”.

Otro factor analizado, ha sido la buena rentabilidad que han obtenido las empresas por la calidad del recurso minero que hay en Chile, lo que las ha desestimulado para integrar la cadena de valor en el país. “A esto se agrega también una falta de visión política estratégica de país, y una sobre confianza en el mercado. En este caso, creemos que puede ser muy bueno para una empresa no preocuparse de temas de fundiciones, porque igual obtiene un razonable precio de venta afuera. Pero es muy distinto si hacemos ese análisis y esa evaluación para Chile” dijo el director de Cesco.

El ejecutivo explicó además que durante el trabajo de la Comisión, se dieron cuenta de que la gran mayoría de las inversiones realizadas en este sector en los últimos 30 años, respondían casi directamente a regulaciones ambientales, más que a necesidades estratégicas del negocio y del mercado. En ese sentido, la Comisión definió que será clave avanzar en el concepto de fundiciones no integradas, con gestiones comerciales distintas, más sofisticadas y más complejas, donde se trabajan los subproductos, el reciclaje o la chatarra.

Los pasos a seguir

“La proactividad de las autoridades políticas es clave. Primero, para mostrar la necesidad que tiene el país de esta inversión, y segundo, para generar las coordinaciones necesarias para su concreción”, señaló el director de Cesco. “Este es un tema país que va más allá de gobiernos que duran cuatro años. Una nueva fundición refinería debería estar operativa hacia 2027, ya que para ese entonces debería venir una nueva regulación ambiental”.

Bajo la premisa de una regulación más estricta a futuro, la Comisión identificó que será muy probable que alguna de las fundiciones ya existentes deba cerrar, por lo que sería un imperativo contar con una nueva fundición. Y la decisión debiese tomarse en el corto plazo, dados los tiempos que requieren este tipo de proyectos para conseguir los permisos necesarios para concretarse.

“Uno de los temas críticos es el de los permisos ambientales”, explicó Valenzuela. “Esto supone un involucramiento temprano de las comunidades, de tal manera que los permisos sean aprobados en las instancias correspondientes, en plazos razonables. Si tenemos que esperar 10 años para la aprobación de un permiso ambiental, ya habrá pasado la oportunidad para el país”.

Como parte de la propuesta de la Comisión de Fundiciones de Cesco presentada por Valenzuela, está la de un roadmap donde el primer paso es crear la gobernanza del proyecto que trascienda el periodo presidencial. En segundo lugar, se deberán crear mesas técnicas validadas que permitan definir y focalizar el tipo de inversión; y en tercer lugar, se deberá hacer un proceso de licitación a los potenciales interesados. “Este proyecto no necesariamente tiene que ser financiado por el Estado ni por empresas estatales. Creemos que en la medida que se construya un paquete razonable, va a haber interesados en participar en este proceso, en el principal país productor de cobre del mundo”.

“En resumen, una nueva fundición es posible por rentabilidad, es necesaria para el próximo ciclo minero del país, y es crucial para que Chile se ponga en línea con los requerimientos del mercado en trazabilidad, ahorro energético y reciclaje”, finalizó Valenzuela.